Hay etapas en las que se puede escribir, y etapas en las que es imposible. La vida a veces no tiene miramientos y se empeña en reventar tus planes, por sencillos o poco ambiciosos que sean. Y a veces, la muy puta se ceba, te vapulea, te atenaza, te revienta y desgasta, te hiere y encima te echa un quilo de sal en la brecha. Y mientras lo hace, puedes decidir sólo entre dos cosas: Hundirte o luchar. No hay más.
Obviamente, escojo luchar. Hasta el día de hoy sólo consiento en hundirme cuando todo pasa. Y si fuera capaz de pensar que todo ocurre por alguna razón - que no lo soy y sería estupendo - habría aprendido que no hay que vivir al día, sino al minuto. Que no hay que sufrir ni quejarse por tontadas cuando tiene uno lo más importante cubierto y ves que incluso eso es tan frágil que lo puedes perder, sin más (aplíquelo cada uno a lo que considere oportuno).
Hoy, ya más tranquila que hace unos días, me viene a la cabeza una frase de Juan Bonilla, y es que “la vida es una pena que merece la pena”.
Ya volveré cuando tenga tiempo para algo que no sea luchar.
5 amiguetes que comentan.:
María vayan desde aquí quiero unir mis fuerzas contigo para luchar, para no caer y si se cae levantarse de nuevo.
Muchos, muchos abrazos
L;)
Ánimo, María. Que todo termine bien.
La vida es una pena que merece la pena, y es cierto María, a pesar de todo merece la pena.
No olvides que te quiero mucho y me acuerdo de ti.
Un abrazo muy fuerte
Fuerza, corazón. Si algo está claro es que cuando dimensionamos los problemas adecuadamente, cuando vemos qué es importante en realidad, podemos concentrarnos en la lucha.
Un abrazo inmenso y ya sabes donde cuentas con un amigo.
Gracias compis.
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