La señora R. tiene demencia senil y un tumor que hay que extirpar, pero nadie se lo cuenta. Su marido y su hija la acostaron y dejaron sola anoche, desubicada y con una sola intención: volver a casa. Estaba tan enfadada que en veinte minutos llamó al timbre siete veces para ordenarle a cualquier enfermera una única cosa: “Aixeca’m!”.
Aixeca’m. Levántame. Ponme en pie. Llévame a mi casa. No sé qué sitio es éste, ni por qué ésta cama tiene barrotes, ni conozco a ésta gente, sólo sé que me duele la tripa y que me quiero ir a casa, aunque sea con ese señor que me habla a veces y me dice que es mi marido, pero que no debe serlo porque se ha ido y me ha dejado aquí sola.
Aixeca’m, que me’n vull anar.
Simone de Beauvoir decía que "la gente feliz no tiene historia". La vida de la señora R. seguro que es una gran historia, pero a ella le da igual porque ya no la recuerda.
3 amiguetes que comentan.:
Las señoras R. están siendo exiliadas de sus hogares, dónde se sienten perdidas pero seguras. Familiares desesperados, agotados, estresados y quemados por lo absorvente y complicado que supone ser cuidador, a veces huyen mientras les dejan en manos de desconocidos, buscando unas horas de descanso.
Buen micro, como la vida misma.
Besines
L;)
¡Ay, amiga! Cuántas horas de hospital tienes a tus espaldas. Estas son las situaciones que se ven en esos lugares, sí.
Besos.
Joder que corta es la vida y que larga la muerte.
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