Ya lo he dicho alguna vez: leer es para mí un vicio. Y como todo vicio, es placentero, no se puede dejar y encima tiene una ventaja: no es nocivo (bueno, según qué lecturas sí pueden serlo, pero esa es otra historia y debe ser tratada en otra ocasión).
En estos tiempos que corren, tan cuesta arriba para todos y tan escarpados ya para mí en todo y sobre todo en lo que más me importa, lo personal, he descubierto otro modo de leer que no había experimentado nunca: leer para otra persona.
Leer en voz alta para alguien que, habiendo leído mucho, en estos momentos no puede, y comprobar empírica y exactamente los beneficios de ello observando un monitor que te informa de las constantes vitales del que te escucha, ha sido un descubrimiento genial.
La ficción te evade de tus problemas, te hace vivir otros que no son tuyos, y le da descanso a tu cerebro por más asustado que esté. Te acaricia el corazón y convierte la taquicardia en simple latido, te llena la sangre de oxígeno , te rebaja la fiebre y te anula infecciones a golpe de capítulo.
La lectura y las caricias, claro.
Hemos sido un par de bichos raros, pero ha merecido la pena. En el resto de boxes de UCI los parientes se sentaban en una silla a dos metros de la cama y se perdían en el límite del suelo de granito gris. En nuestro box yo ocupaba una escalera baja que pegaba a la cama, y mientras con la mano izquierda acariciaba el brazo derecho de mi madre, con la derecha cogía como podía la novela que ella había dejado en casa a medio leer. Como no me sale rezar porque soy un poco atea, y ahora ya sé a ciencia cierta que nunca me saldrá, sólo se me ocurrió leer. Y aunque la novela me ha parecido bastante mala, siempre le agradeceré a María Dueñas que nos haya hecho pasar éste duro trago de forma más o menos llevadera.
No le deseo a nadie que lea esto (ni a nadie, en general) que pase por un hachazo como el que nos dio la vida hace un mes, pero, si ocurre... sólo tengo dos consejos: Leedles y acariciadles.
A ella tampoco le ha gustado la novela, así que veo que aunque su intestino no esté intacto, su criterio sí XD.
6 amiguetes que comentan.:
Tenerte a su lado, escuchar tu voz, da igual la novela, ratifico tus palabras:
"La ficción te evade de tus problemas, te hace vivir otros que no son tuyos, y le da descanso a tu cerebro por más asustado que esté. Te acaricia el corazón y convierte la taquicardia en simple latido, te llena la sangre de oxígeno , te rebaja la fiebre y te anula infecciones a golpe de capítulo"
Lo más curativo de esa lectura es que hayas sido tu, tu compañía y tu voz.
Millones de abrazos para las dos.
Es cierto María, caricias y lecturas, no sabes todos los recuerdos que me has traído con tus palabras. Si puedo añadir algo, leer me ha servido para agarrarme a la cordura y literalmente me ha salvado la vida.
Pongo mi mano izquierda sobre la tuya y con la derecha te ayudo a pasar la página.
Muchos besos para las dos de parte de los tres de esta casa.
Yo solo puedo decirte que quiero que me quieran así, como quieres tu, y que si han de rezar por mí, lo hagan exactamente de esa forma, por mala que sea la novela.
Un abrazo.
Gracias, chicos. Si algún día tengo ganas intentaré escribir sobre cosas tremendas que han sucedido estos días. No sé.
En cualquier caso, en futuros relatos seguro que acabará apareciendo todo.
Besos, guapos.
¿Leer bajo el agua? Sí. Lágrimas en mis ojos, María. No me cabe la menor duda de que tu madre te ha seguido, aunque no vocalizaras. Quizás tú ya no te acuerdas, pero durante nueve meses estuviste dentro de ella, sintió cada uno de tus latidos. Ahora, con tu mano como cordón umbilical te siente igualmente, y sabe perfectamente los que tu corazón lee. Besos y espero que en esta semana de retraso que llevo en los comentarios haya mejorado.
Tu familia en Vallekas.
Gracias, Javier. :)
Ahí andamos, poco a poco. Es cierto que funciona. Tocar y hablar, funciona. Ese cordón umbilical a la inversa que dices fue el puente que le hizo saber dónde y cómo estaba, pese a la sedación. Afortunadamente ahora me lo puede contar.
Besos, familia :)
Publicar un comentario