. Me gusta que llueva y que la ventanilla se llene de gotas porque así parece que están todas las lágrimas fuera. Una señora grande con el pelo de color morado como las señoras grandes de mi pueblo se ha sentado en el asiento de delante y ahora me mira de reojo. Me mira raro. Lleva pendientes de perlas, como la señora Juana, la señora Matilde, la señora Basi… como todas las señoras grandes de mi pueblo, que llevan perlas y el pelo rosa y yo siempre pienso que sería bonito que se lo pintaran cada una de un color y quedaría mucho mejor… en verde, azul, naranja… aunque yo creo que se lo pintan de lila porque como todos los paisajes de aquí son verdes así se las ve más. Pero si quieren que se las vea más ¿por qué van todas igual? La señora grande me acaba de preguntar que dónde voy tan solo, y yo le he dicho la verdad pero sólo más o menos, porque mi abuelo siempre me dice que hay que decir la verdad… pero no entera. Así que sólo le he dicho un trocito, que voy a ver a mi mamá a Madrid. Yo siempre hago caso a mi abuelo.
. El autobús ya sube el puerto de montaña y está lloviendo mucho y yo no sé si el señor Emilio me habrá hecho caso y habrá metido las vacas en la cuadra. Creo que no le gustó mucho que le pidiera que las ordeñara mientras yo estoy fuera porque me dijo que “bastante tengo yo con las mías” y eso no sé bien si es un sí o un no. Le dije que sólo son cuatro vacas más y que si no las ordeña nadie les van a doler las ubres y creo que lo único que le gustó es que le dije que vendiera él la leche y le comprara unos pendientes de perlas a su mujer con ese dinero. Me dijo que para comprar unas perlas hay que vender mucha leche, ¿y yo que sé?, yo no ordeñaría mis vacas durante un año sólo para cambiarlo por esas dos bolitas brillantes ¿eh? Qué tonto es don Emilio. Él dice que yo soy el tonto porque no voy a la escuela y con ocho años no sé leer bien, pero la escuela del pueblo está cerrada porque se fueron todos los niños a la ciudad menos yo.
. Aprieto el dedo de señalar encima de una gota que parece una lupa pequeña. Hay muchas así en mi ventanilla. Si enfoco la vista para ver bien mi dedo sobre la gota todo lo de atrás se ve borroso, en gris oscuro y verdes, y eso que son las nueve de la mañana. Las gotitas vecinas van agrandando la mía, hasta que pesa tanto que sale disparada hacia abajo y hacia atrás. ¿En Madrid lloverá? Don Rafael, el cura, me dijo un día que en Madrid los niños piensan que una vaca tiene forma de botella de leche, y yo casi me muero de risa ¡con la de escuelas que tendrá Madrid y los niños nunca han visto una vaca! Yo ahora las ordeño, desde hace un mes. Antes lo hacía el abuelo y yo mientras me subía a una banqueta y hacía la comida, y es que no llego al fogón todavía, pero ya llegaré. Cuando sea grande haré la comida más deprisa y podré ordeñar y cuidar la huerta yo solo, mientras el abuelo lee o duerme, que está muy cansado.
. Si miro a través de una gota quieta en el cristal veo lo de fuera como inflado. Se ha sentado a mi lado un señor con boina negra que se parece un poco al abuelo, con toda la cara llena de rayas como cuando a veces no llueve durante muchos días y se seca el barro… pues igual ¿Qué estará haciendo el abuelo? Bueno, estará en la cama como siempre en los últimos días, desde que se cayó al suelo. Que digo yo que caerse al suelo tampoco es para tanto… yo me caigo todos los días unas cuantas veces y no por eso me quedo en la cama y no duermo, ni hablo, ni nada de nada. Pero bueno, ya me dijo el señor Ignacio, que es el médico que viene al pueblo a curarnos y a veces a jugar a dominó con el abuelo, que iba a tener que estar en la cama muchos días. También me preguntó ayer si tenía algún tío o tía, o algún pariente lejano que pudiera venir a atendernos… yo le dije que mamá estaba en Madrid pero que no sabía dónde y que no tenía a nadie más, y entonces el señor Ignacio se sintió muy mal, se puso pálido y le di un vaso de agua y lo abaniqué con el calendario del año pasado, donde el abuelo hace las cuentas.
. El señor de la boina me mira y me sonríe y yo pienso que no se parece tanto al abuelo, y también pienso que no sé cómo voy a encontrar a mamá. Don Rafael me dijo una vez que Madrid es muy grande (como mil veces el pueblo o más, me dijo) y yo no sé dónde vive ella y la foto que me dio el abuelo es de hace mucho, de cuando yo tenía seis meses y ella se tuvo que ir. Que a veces pienso que igual se enfadó conmigo y por eso se fue, pero como yo era tan pequeño intento acordarme pero no puedo. Si ya me dice siempre el abuelo que tengo mala memoria. Y creo que se enfadó porque la verdad de la verdad es que nunca nos llamó por teléfono ni nos llegó ninguna carta. Pero bueno, yo voy a buscarla porque ella seguro que no sabe que el abuelo tiene que estar en la cama y que yo no puedo cuidarle solo y ordeñar a las vacas, cuidar de la huerta, vender la leche, hacer el pan… Y cuando lo sepa va a venir conmigo, seguro, Esta mañana he entrado al cuarto del abuelo a decirle que me iba a buscarla y que no iba a volver hasta que la encontrara y se ha emocionado un poco. Yo creo que estaba contento, porque aunque desde que se cayó no se levanta de la cama, ni se mueve, ni puede hablar, he visto cómo se le caía una lágrima de alegría.
. El autobús ya sube el puerto de montaña y está lloviendo mucho y yo no sé si el señor Emilio me habrá hecho caso y habrá metido las vacas en la cuadra. Creo que no le gustó mucho que le pidiera que las ordeñara mientras yo estoy fuera porque me dijo que “bastante tengo yo con las mías” y eso no sé bien si es un sí o un no. Le dije que sólo son cuatro vacas más y que si no las ordeña nadie les van a doler las ubres y creo que lo único que le gustó es que le dije que vendiera él la leche y le comprara unos pendientes de perlas a su mujer con ese dinero. Me dijo que para comprar unas perlas hay que vender mucha leche, ¿y yo que sé?, yo no ordeñaría mis vacas durante un año sólo para cambiarlo por esas dos bolitas brillantes ¿eh? Qué tonto es don Emilio. Él dice que yo soy el tonto porque no voy a la escuela y con ocho años no sé leer bien, pero la escuela del pueblo está cerrada porque se fueron todos los niños a la ciudad menos yo.
. Aprieto el dedo de señalar encima de una gota que parece una lupa pequeña. Hay muchas así en mi ventanilla. Si enfoco la vista para ver bien mi dedo sobre la gota todo lo de atrás se ve borroso, en gris oscuro y verdes, y eso que son las nueve de la mañana. Las gotitas vecinas van agrandando la mía, hasta que pesa tanto que sale disparada hacia abajo y hacia atrás. ¿En Madrid lloverá? Don Rafael, el cura, me dijo un día que en Madrid los niños piensan que una vaca tiene forma de botella de leche, y yo casi me muero de risa ¡con la de escuelas que tendrá Madrid y los niños nunca han visto una vaca! Yo ahora las ordeño, desde hace un mes. Antes lo hacía el abuelo y yo mientras me subía a una banqueta y hacía la comida, y es que no llego al fogón todavía, pero ya llegaré. Cuando sea grande haré la comida más deprisa y podré ordeñar y cuidar la huerta yo solo, mientras el abuelo lee o duerme, que está muy cansado.
. Si miro a través de una gota quieta en el cristal veo lo de fuera como inflado. Se ha sentado a mi lado un señor con boina negra que se parece un poco al abuelo, con toda la cara llena de rayas como cuando a veces no llueve durante muchos días y se seca el barro… pues igual ¿Qué estará haciendo el abuelo? Bueno, estará en la cama como siempre en los últimos días, desde que se cayó al suelo. Que digo yo que caerse al suelo tampoco es para tanto… yo me caigo todos los días unas cuantas veces y no por eso me quedo en la cama y no duermo, ni hablo, ni nada de nada. Pero bueno, ya me dijo el señor Ignacio, que es el médico que viene al pueblo a curarnos y a veces a jugar a dominó con el abuelo, que iba a tener que estar en la cama muchos días. También me preguntó ayer si tenía algún tío o tía, o algún pariente lejano que pudiera venir a atendernos… yo le dije que mamá estaba en Madrid pero que no sabía dónde y que no tenía a nadie más, y entonces el señor Ignacio se sintió muy mal, se puso pálido y le di un vaso de agua y lo abaniqué con el calendario del año pasado, donde el abuelo hace las cuentas.
. El señor de la boina me mira y me sonríe y yo pienso que no se parece tanto al abuelo, y también pienso que no sé cómo voy a encontrar a mamá. Don Rafael me dijo una vez que Madrid es muy grande (como mil veces el pueblo o más, me dijo) y yo no sé dónde vive ella y la foto que me dio el abuelo es de hace mucho, de cuando yo tenía seis meses y ella se tuvo que ir. Que a veces pienso que igual se enfadó conmigo y por eso se fue, pero como yo era tan pequeño intento acordarme pero no puedo. Si ya me dice siempre el abuelo que tengo mala memoria. Y creo que se enfadó porque la verdad de la verdad es que nunca nos llamó por teléfono ni nos llegó ninguna carta. Pero bueno, yo voy a buscarla porque ella seguro que no sabe que el abuelo tiene que estar en la cama y que yo no puedo cuidarle solo y ordeñar a las vacas, cuidar de la huerta, vender la leche, hacer el pan… Y cuando lo sepa va a venir conmigo, seguro, Esta mañana he entrado al cuarto del abuelo a decirle que me iba a buscarla y que no iba a volver hasta que la encontrara y se ha emocionado un poco. Yo creo que estaba contento, porque aunque desde que se cayó no se levanta de la cama, ni se mueve, ni puede hablar, he visto cómo se le caía una lágrima de alegría.
1 amiguetes que comentan.:
Ah, pues me dejas mucho mejor, ¿eh?
Eso sí, maravillosamente escrito.
Besotes.
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