En tiempos de crisis no se libra nadie, y mucho menos los instrumentos musicales. Hay quien lo lleva mejor y quien lo lleva peor: Guitarra, por ejemplo, ha encontrado la manera de rellenar su tiempo libre yendo de guateque en guateque, aprovechando que se vuelven a llevar. Cuando vuelve a su rincón Guitarra le cuenta estas fiestas a Contrabajo, que está apoyado en una esquina y acumula polvo en sus recovecos porque nadie se molestó en vestirlo con su funda. Sufre el desempleo triste y en soledad con el único consuelo de pasar un rato con Guitarra y que le cuente sus saraos, donde más de uno la toca y donde todo el mundo lo pasa bien. Contrabajo imagina cómo sería ir a una de esas fiestas, y se pregunta por qué nadie lo lleva, si es un tipo bien plantado, de un metro ochenta de altura y quince kilos de peso. 

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