¡Jolín, María! Si que has observado a fondo, sí, tantos meses de hospital han dejado imágenes y tú has visto. Conozco bien esa sensación de desnudez, no, no por la dentadura, pero todos los demás pasos que has narrado son tal cual. Se me ocurren muchas cosas sobre esa bata azul y esas conversaciones tumbada en la camilla camino del quirófano, pero tú lo has escrito muy bien y no me "enrrollo" más.
Éste es un relato que tendrá 3 o 4 años. De lo que ha pasado éste año aún no he sido capaz de escribir nada, pero sí... por desgracia he vivido demasiadas historias de hospital, tú sabes. De todos modos, por pocas que se vivan siempre son muchas ¿verdad? :) besos guapa.
Tremendo reflejo de la realidad. Los que hemos pasado por ello te decimos que es así, tal y como tú lo cuentas. Es el paso que le falta a los excelentes servicios médicos. Con tu permiso te he robado la foto para mi Benicia y Justino. Ahora empezamos a ver el fruto (ojala que no hubiera sido así) del año de hospitales que llevas. Besos. (luego veo tu comentarios de que es de antes, pero nada cambia)
Lo clavas, María. Es una descripción tan minuciosa... Muy bueno, auqnue reconozco que el formato periodico o revista me dificulta bastante la lectura en la pantalla.
María, esta historia se repite cada día en hospitales y geriátricos. La has contado como se cebe contar una historia, con todo detalle. He sentido el temblor y la angustia de el señor Ignacio.
Dificulta un poco la lectura el color de la letra. La foto es genial.
Esa obsesión con la dentadura postiza le da un giro a la historia: de miedo clínico a risa final de lo poco que somos los seres humanos con nuestras manías y jorobas.
Somos objetos un@s para otr@s, nos tratamos como obligaciones, como trámites, y sin embargo somos algo más que eso, mucho más que eso.
Admiro a la gente que trabaja en los hospitales y no dejan de ser personas y tratar a l@s demás como personas, escasean, pero cuando te encuentras gente así lo agradeces para siempre.
Gostei muito de ler um pouco teu blog... seu texto é maravilhoso, e de muito bom gosto. Estou te seguindo, e convido a conhecer meu blog e seguir-me se gostares .
13 amiguetes que comentan.:
¡Jolín, María! Si que has observado a fondo, sí, tantos meses de hospital han dejado imágenes y tú has visto. Conozco bien esa sensación de desnudez, no, no por la dentadura, pero todos los demás pasos que has narrado son tal cual. Se me ocurren muchas cosas sobre esa bata azul y esas conversaciones tumbada en la camilla camino del quirófano, pero tú lo has escrito muy bien y no me "enrrollo" más.
Besitos
Éste es un relato que tendrá 3 o 4 años. De lo que ha pasado éste año aún no he sido capaz de escribir nada, pero sí... por desgracia he vivido demasiadas historias de hospital, tú sabes. De todos modos, por pocas que se vivan siempre son muchas ¿verdad? :) besos guapa.
Tremendo reflejo de la realidad. Los que hemos pasado por ello te decimos que es así, tal y como tú lo cuentas. Es el paso que le falta a los excelentes servicios médicos. Con tu permiso te he robado la foto para mi Benicia y Justino. Ahora empezamos a ver el fruto (ojala que no hubiera sido así) del año de hospitales que llevas. Besos. (luego veo tu comentarios de que es de antes, pero nada cambia)
Lo clavas, María. Es una descripción tan minuciosa... Muy bueno, auqnue reconozco que el formato periodico o revista me dificulta bastante la lectura en la pantalla.
Ximens, te mando la foto a mayor calidad, si quieres.
Ernesto, pues gracias por decírmelo, probaré a maquetar de otra manera.
Tengan ustedes buen día. :)
¡Que miedo me ha dado, Rasta!
Tal como dicen Ximens y Elysa, no podría ser más real, y me asusta tanto llegar a verme así, llegar a que me vean así...
Un beso.
María, esta historia se repite cada día en hospitales y geriátricos. La has contado como se cebe contar una historia, con todo detalle. He sentido el temblor y la angustia de el señor Ignacio.
Dificulta un poco la lectura el color de la letra. La foto es genial.
besicos
L;)
Me encantó el relato y me sorprendió el formato en que lo has subido, no porque no pudiera leerlo, sólo porque no es lo usual.
Un cariño.
HD
Estremecedor, he vivido totalmente el temor y el desaliento del personaje. Como se suele decir... saldrá bien.
Esa obsesión con la dentadura postiza le da un giro a la historia: de miedo clínico a risa final de lo poco que somos los seres humanos con nuestras manías y jorobas.
Blogsaludos
Somos objetos un@s para otr@s, nos tratamos como obligaciones, como trámites, y sin embargo somos algo más que eso, mucho más que eso.
Admiro a la gente que trabaja en los hospitales y no dejan de ser personas y tratar a l@s demás como personas, escasean, pero cuando te encuentras gente así lo agradeces para siempre.
Un abrazo
Gostei muito de ler um pouco teu blog... seu texto é maravilhoso, e de muito bom gosto.
Estou te seguindo, e convido a conhecer meu blog e seguir-me se gostares .
Um grande abraço!
Smareis
Brillante ejercicio recordatorio, de las vergüenzas, personales o no, pasados en un hospital.Sin perder la humanidad, la realidad tal cual. Gracias!
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