Tengo fiebre. Tengo fiebre y X. ha planteado un binomio fantástico para el que sólo se me ocurren historias escatológicas. Propone “Lunación” y “deponer” y claro… a mí se me ocurre empezar a relatar una historia de alguien que sólo consigue evacuar cada 28 días. De ocho acepciones que tiene el verbo la que más me gusta es la octava, parece ser. Mejor lo dejo.
Lo dejo y sigo con el logotipo interminable. Eso está bien, porque esto por lo menos me dará dinero. Parece que está claro, es posible que tras dos semanas de indecisiones el cliente ya no me pida más cambios. Pero da igual, no puedo seguir… No sé qué papel quiere usar para la tarjeta, y ese color variará todo. Se lo explico. No me entiende. Le pido los textos, no los tiene. Se me agota la paciencia. Tengo fiebre y no me entiendo con alguien que habla castellano, es genial. ¿Seré yo? ¿Será ella? Sé que es ella porque llevo dos semanas con esto y sin fiebre, y ya no entendía nada. Siempre es más sano pensar que es el otro el que tiene un problema en la cabeza. La cosa más o menos queda así (de momento, ojo):
El teléfono no funciona, faltan pilas. Bajo a comprarlas al chino de enfrente. Unas pilas, por favor. “¿Tlipe A?”. Tliple A, sí, gracias. “Tles cualenta”. Joder, qué caras.
Las pongo, llamo, funciona. Menos mal, algo que sale bien.
Leo un rato, no me entero, tengo frío salvo en los ojos, que están ardiendo.
Me pongo a pintar. A pintar yo, que no sé. El dibujo no estaba mal, pero a medida que voy pintando, voy “deponiéndolo”. Es un regalo de Navidad para mi hermano, su mujer y sus hijos. A medida que pinto veo que mi hermano se parece a alguien, pero no a él. Mi cuñada se parece a su madre. Mi sobrino el mayor parece una niña y mi sobrino el menor (al que menos conozco, obviamente) tiene cierto parecido consigo mismo.
La cosa va así:
Pinto y la cago durante una hora, hasta que de repente oigo algo parecido a… PSSSSSSSSHHHHHHHHH, entre el aparato de música y el teléfono.
“¿Pshhh?”, pienso. Es la fiebre. Tengo alucinaciones auditivas, es eso. Pero el gato está erizado y mira hacia el aparato de música. Parece un pompón de luto, un asterisco felino… y que yo sepa los gatos no tienen fiebre.
Ni caso. Sigo pintando y destrozando el regalo de Navidad. Al final tendré que comprar bufandas y jerseys, Pocoyós y Bobesponjas espantosos, y gastarme el dinero que no tengo como todo hijo de vecino.
Y de repente el teléfono pita. No es una llamada, es un pitido continuo. El gato se convierte de nuevo en un asterisco y yo ya cojo el teléfono entre mis manos, moribundo, sangrando y manchándome de negro con sus líquidos pestilentes. Ha muerto.
Parece ser que ha sido una sobredosis. 1’5 vatios en lugar de 1’2. He pagado por su muerte tles cualenta eulos y mañana me tocará enterrarlo e ir a por otro que me va a costar cualenta y cuatlo eulos mínimo.
Ha sido un día muy raro.
Más me vale echarle la culpa a la fiebre.
9 amiguetes que comentan.:
Fabuloso, qué texto más bueno, me ha gustado mucho :-), sobre todo la imagen del asterisco felino, me la apropio. También he recordado cuando fui a comprar pilas y al decirle al tipo "Triple A" se estremeció y muy serio me dijo que no, que eso no, así no, que la "Triple A" era el nombre del escuadrón de la muerte de la dictadura argentina :-S
María, sí que te inspira la fiebre XDXDXD!!!
Lo que más inquietante es ese gato medio brujo que tienes que se estaba percatando de que algo no iba bien. Maremía. Y qué dibujo más chuli. Tu cuñada se parece a Leticia.
Y el dibujo de la estrella inspira movimiento, es divertido y está muy original ¿qué más quiere?
Un abrazazo
L;)
Reina, grandioso lo de la Triple A XDDDD
Ayer, cuando oí el pshhht a mi izquierda, justo me había echado un eferalgan en un vaso por mi lado derecho. Como estoy sorderas del izquierdo, pensé: ha sido el eferalgan. Cierto es que el pánico del gato me acojonó un poco. Pero como recordé que hace años fui como loca por toda la casa porque oía que se escapaba el gas en alguna parte, y resultó que era el vaso efervescente en mi mano lo que hacía que oyese la fuga igual de fuerte en todas partes... ayer no le di importancia al pshttt hasta que fue demasiado tarde :(
Moraleja: Cuando uno tiene fiebre lo mejor que puede hacer es quedarse en la cama a sudarla. En fin.
Mira que me suean estos desvaríos, mira que me es familiar escuchar un ruido justo en el lado contrario de donde viene, en fin que estás muy activa a pesar de la fiebre...
Dios, lo del psshhht efervescente itinerante, no puedo parar de reir xD
Juro que ayer leí y comenté tu entrada.
No lo veo, luego mi comentario no gusto al procesador.
Me acuerdo que me reí mucho, con el gato, con la fiebre.
Como no estoy seguro de que esto salga, lo dicho a las estrellas, que ellas te lo cuente.
Veré si puedo seguirte, pues a mi esto de la informática y los blog no se me da bien.
Javier
Mira que te dije por activa y por pasiva que si querías que te fuera a comprar algo, que estoy al lado y no me costaba nada, que mi juicio no estaba nublado por la fiebre... y tú nada, empeñada en fundir pequeños electrodomésticos y en dejar a Paco estupefacto con la naturaleza humana... :P
Lo hice por tu bien, Javi. Yo con fiebre soy a un más brasas que sin ella XD
Besos :)
Aaaaaaaaah.
Es un gran regalo.
Claro que no se si a ella le gustara parecerse a su madre.
Por cierto ¿a quien se le ocurre ponerle Paco a un gato?
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